Control de la Ira, Psicólogos Badajoz.
La IRA: ¿Por qué se da? Formas de Actuación
“Aferrarte a la IRA es como agarrar carbón ardiendo con la intención de tirárselo a otro, tú eres quien terminas quemado”.
Aumenta el número de consultas sobre el control de la ira.
En terapia escucho cómo hay personas que pierden el propio control cuando describen su comportamiento en determinadas situaciones. En apariencia no parecen contextos de gran relevancia aunque la forma continuada del suceso puede acarrear actos violentos que involucren a seres queridos o sujetos ajenos. Pueden aparecer además autolesiones, golpeo de paredes, muebles y rotura de objetos cotidianos.
Esta situación de pérdida de control está relacionada con lo que en psicología clínica llamamos el control de los impulsos. Es notable ver que las personas que llegan a estas reacciones explosivas padecen una serie de retos arrastrados. Puede ser que tengan baja tolerancia a la frustración o que les cueste expresar con palabras lo que sienten.
¿Cómo es la personalidad irascible?
La personalidad del paciente que sufre episodios de ira en ocasiones se ha forjado bajo la opresión del discurso como mandato. Otras veces, la persona vive oprimida por los “deberías” e incluso por la represión autoritaria de alguien externo, relevante en su vida. Suelen haber tenido una sensación de temor a no ser aceptados o quedarse aislados por pensar en ocasiones de manera diferente.
Las Dos Situaciones más comunes en el Trastorno Irascible
Podemos hablar de dos reacciones de ira:
La persona, ante cualquier incidente de discusión, puede desencadenar un episodio de agresividad exagerada. Puede ser tanto violencia verbal como la acción violenta, pasando después a un estado bajo de ánimo y de culpabilidad.
- En este “ataque”, como lo describen los pacientes, reaccionan exageradamente, con una ira descontrolada. Después suelen experimentar una sensación de alivio durante el episodio de rabia ; luego sienten remordimiento y culpa por las acciones llevadas a cabo.
- A veces, se experimenta una especie de amnesia del episodio violento, pudiendo recordar el antes y el después del mismo. Se da por medio de un mecanismo defensivo que está hecho con la intención de rebajar el peso de la culpa.
- El después del episodio es sentido con una gran carga de angustia, culpa y miedo a que te tachen como persona agresiva. En este caso la persona se siente víctima de su impulsividad y sufre mucho cuando no puede controlar esa agresividad, sintiéndose mal por ello.
El segundo tipo lo componen aquellos pacientes que manifiestan el mismo episodio violento pero, a diferencia del primer tipo, no se sienten los responsables.
- Culpan a los demás alegando que los provocaron, que no son ellos los violentos, que sólo se defienden. Con esta negación se eximen de tener que pedir disculpas aunque, al igual que en el primer tipo, sienten culpa pero ni la expresan ni manifiestan una gran angustia.
El Trabajo del Psicólogo en el Tratamiento de la Ira
La labor terapéutica en el caso de Manejo de la Ira se centra en proveer al sujeto de las estrategias adecuadas para llegar a tener una relación sana con el resto de individuos y sentirse satisfecho por ello. Esto se consigue generando en el paciente la posibilidad de controlar sus impulsos y mejorar sus formas de comunicación afectiva.
Es imprescindible un trabajo de revisión para que la persona encuentre las causas de esas reacciones de ira. Es importante que aprenda herramientas psicológicas con la finalidad de autocontrolar el impulso agresivo y mantenerlo en el tiempo a medio/ largo plazo.
La base del tratamiento será aprender a reconocer las sensaciones y signos fisiológicos que se tienen antes de esos impulsos. Detectar las situaciones que desencadenan la explosión de la agresividad y aprender a generar conductas alternativas que mejoren el conjunto de la situación.
En Abriendo Zírculos se ayuda al paciente a alcanzar un mayor grado de conciencia y a ejercer el control de impulsos en determinadas situaciones que puedan desencadenar la propia ira.
Con trabajo conjunto paciente-terapeuta y la puesta en marcha, por parte de la persona, de las herramientas adquiridas en consulta se consigue proveer de una mayor seguridad en la interacción social y mejorar así la calidad de vida del paciente que acude a terapia por este motivo concreto.

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